3 de julio de 2013

Google, el ojo que todo lo ve


       Al igual que las novelas de Julio Verne fueron precursoras de algunos de los inventos más importantes del siglo XX, la que escribió el británico George Orwell titulada 1984 se ha revelado como la profetización del Estado autoritario impuesto con el beneplácito de la sociedad. El hecho de que haya salido a la luz que compañías como Apple o Facebook proporcionen los datos de sus millones de usuarios para actividades de espionaje es un escándalo que afecta directamente a la libertad individual de cada uno de sus usuarios. El hecho de que la Agencia de Seguridad estadounidense haya acumulado, de forma ilícita, datos de los millones de usuarios de las redes sociales es algo más propio de la KBG que de un país que se supone el paradigma de la libertad.
           Bajo la milimétricamente estudiada imagen de seriedad de Apple, o los divertidos colores del logo de Google (que nos vende ahora su mundo perfecto con películas como “Los becarios”) se encuentra una enorme maquinaria de control de la sociedad. Esta trabajada imagen de cercanía, seriedad y profesionalidad es la que hace que mucha gente no se dé cuenta del problema que supone para el desarrollo de una sociedad libre el que una órgano tenga un historial completo de lo que hacemos a través de la red. Las ideas políticas, las preferencias sexuales, las transacciones bancarias, las inquietudes y deseos… Todo ello queda registrado en un sistema que puede controlarnos sin que nosotros nos demos apenas cuenta, con las consecuencias que todo ello conlleva.
           Debería aterrarnos la idea de ese “Gran Hermano” del que hablaba Orwell que controla todo lo que vemos, hablamos y leemos en la red. Nuestras relaciones, intereses y datos más íntimos y privados de nuestra vida personal están registrados y almacenados para ser utilizados en un futuro con quién sabe qué intenciones. Esta forma de control absoluto de la sociedad es la peor de las dictaduras y ataques contra la libertad. Sin embargo, parece que la sociedad está dispuesta a asumir ese control externo con tal de poder seguir su vida ficticia en la red.
          La maniobra de los Estados Unidos, muy bien urdida, es que no se plantee ahora sus acciones de espionaje a gobiernos mundiales y usuarios anónimos, sino que se centre la atención mediática en el gran “criminal” que ha delatado el espionaje ilícito de los Estados Unidos. Todo el mundo ha entrado al trapo: los medios se centran más en la figura de Snowden, filtrador de las acciones del Gobierno norteamericano, que del espionaje mismo. Siguiendo el sentido común, y lejos de la imagen de criminal que nos quieren imponer de Snowden, deberíamos considerar un héroe a quien nos ha descubierto la oscura maquinaria que se estaba poniendo en marcha con el fin de controlar los movimientos de todos y cada uno de nosotros.
             Es a nosotros a quienes corresponde ahora valorar si queremos vivir en un mundo en el que se vigile cada uno de nuestros movimientos por tener mil amigos en páginas tan fiables y honestas como Facebook o Google.

        Una buena recomendación para saber qué supone un espionaje como el llevado a cabo por el Gobierno de los Estados Unidos es ver la película "La vida de los otros", un buen retrato de una sociedad controlada, con la diferencia de que la nuestra es una sociedad controlada bajo consentimiento.

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