Al igual que
las novelas de Julio Verne fueron precursoras de algunos de los inventos más
importantes del siglo XX, la que escribió el británico George Orwell titulada 1984
se ha revelado como la profetización del Estado autoritario impuesto con el
beneplácito de la sociedad. El hecho de que haya salido a la luz que compañías
como Apple o Facebook proporcionen los datos de sus millones de usuarios para
actividades de espionaje es un escándalo que afecta directamente a la libertad
individual de cada uno de sus usuarios. El hecho de que la Agencia de Seguridad
estadounidense haya acumulado, de forma ilícita, datos de los millones de
usuarios de las redes sociales es algo más propio de la KBG que de un país que
se supone el paradigma de la libertad.
Bajo la
milimétricamente estudiada imagen de seriedad de Apple, o los divertidos
colores del logo de Google (que nos vende ahora su mundo perfecto con películas
como “Los becarios”) se encuentra una enorme maquinaria de control de la
sociedad. Esta trabajada imagen de cercanía, seriedad y profesionalidad es la
que hace que mucha gente no se dé cuenta del problema que supone para el
desarrollo de una sociedad libre el que una órgano tenga un historial completo
de lo que hacemos a través de la red. Las ideas políticas, las preferencias
sexuales, las transacciones bancarias, las inquietudes y deseos… Todo ello
queda registrado en un sistema que puede controlarnos sin que nosotros nos
demos apenas cuenta, con las consecuencias que todo ello conlleva.
Debería
aterrarnos la idea de ese “Gran Hermano” del que hablaba Orwell que controla
todo lo que vemos, hablamos y leemos en la red. Nuestras relaciones, intereses
y datos más íntimos y privados de nuestra vida personal están registrados y
almacenados para ser utilizados en un futuro con quién sabe qué intenciones.
Esta forma de control absoluto de la sociedad es la peor de las dictaduras y
ataques contra la libertad. Sin embargo, parece que la sociedad está dispuesta
a asumir ese control externo con tal de poder seguir su vida ficticia en la
red.
La maniobra de
los Estados Unidos, muy bien urdida, es que no se plantee ahora sus acciones de
espionaje a gobiernos mundiales y usuarios anónimos, sino que se centre la
atención mediática en el gran “criminal” que ha delatado el espionaje ilícito
de los Estados Unidos. Todo el mundo ha entrado al trapo: los medios se centran
más en la figura de Snowden, filtrador de las acciones del Gobierno
norteamericano, que del espionaje mismo. Siguiendo el sentido común, y lejos de
la imagen de criminal que nos quieren imponer de Snowden, deberíamos considerar
un héroe a quien nos ha descubierto la oscura maquinaria que se estaba poniendo
en marcha con el fin de controlar los movimientos de todos y cada uno de
nosotros.
Es a nosotros
a quienes corresponde ahora valorar si queremos vivir en un mundo en el que se
vigile cada uno de nuestros movimientos por tener mil amigos en páginas tan
fiables y honestas como Facebook o Google.
Una buena recomendación para saber qué supone un espionaje como el llevado a cabo por el Gobierno de los Estados Unidos es ver la película "La vida de los otros", un buen retrato de una sociedad controlada, con la diferencia de que la nuestra es una sociedad controlada bajo consentimiento.
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