30 de junio de 2013

La prensa contra los ciudadanos

Manifestantes en la Plaza Taksim (Estambul) en 2013
Las revueltas que están teniendo lugar en diversos países del mundo en los últimos meses como las de Brasil o Turquía están dando mucho que hablar en los medios y en las redes. Tras la primavera árabe, están siendo muchos los países que están experimentando conflictos entre los ciudadanos y sus gobiernos. Según explican los grandes medios de comunicación, las revueltas se han originado por la destrucción de un parque en Turquía o la subida tarifaria de los autobuses brasileños. Bien podría ser cierto que este ha sido el detonante de estos durísimos enfrentamientos que se han saldado con varios heridos y muertos, pero poco a poco (y a menos que se deje de hablar de ello en los medios), se está viendo que el verdadero motivo de las revueltas es el hartazgo de las clases más desfavorecidas y oprimidas contra el sistema. El miedo de los medios de comunicación y las multinacionales que las financian a que los países occidentales despertemos contagiados por estas revoluciones, es el motivo de que todos los diarios y televisiones aporten la misma visión simplista y sesgada de la realidad de estos acontecimientos.
Cuando se trata de conflictos sociales o políticos en América Latina, debemos andarnos con pies de plomo a la hora de leer los medios españoles. Como muy bien explica Roberto Montoya en su artículo “España, prensa hostil contra Chávez” publicado en Le Monde diplomatique el pasado mes de abril, los intereses que los medios de comunicación de España tienen de preservar la hegemonía de las multinacionales en Latinoamérica son diversos. Prisa, Planeta o Grupo Godó son propietarios de numerosos medios de comunicación tanto en España como en el continente americano, por lo que, para asegurarse los beneficios que les reporta la publicidad de las grandes multinacionales, defienden con uñas y dientes los intereses de éstas, ya sea demonizando políticos, mintiendo descaradamente o tergiversando sobre los acontecimientos que allí suceden. Los medios españoles se han vuelto muy poco fiables en temas referentes a América Latina, y prueba de ello es que mientras atacan en sus páginas y telediarios a supuestos “líderes mesiánicos”, “caudillos populistas” y “dictadores”, rinden pleitesía a los políticos que se pliegan a las exigencias del neoliberalismo a pesar de sus dudosa gestión política, como es el caso de Álvaro Uribe bajo cuyo mandato desaparecieron 32.000 personas en Colombia.
Por citar sólo algunos de los medios que controlan los grandes grupos editoriales españoles podemos indicar que Prisa controla El País, As, Cinco Días, Cadena SER, Canal + y parte de Madiaset España (con Telecinco a la cabeza); Planeta es la propietaria de Onda Cero, Antena 3, La Sexta y La Razón; Grupo Godó tiene La Vanguardia, Mundo Deportivo… Por tanto, difícil será encontrar en estos medios una opinión que hable bien de los líderes latinoamericanos que se atreven a retar a las grandes compañías multinacionales (que financian a los citados grupos) en beneficio de su propio país. Líderes como Salvador Allende en los años setenta o Hugo Chávez hasta hace poco (al margen de las polémicas que pudieran suscitar) han sido demonizados y acosados hasta la extenuación desde todos los frentes, con la única intención de que sus acciones y políticas, que iban encaminadas a combatir el neoliberalismo feroz, no contagiaran al resto de países. Lo mismo ocurre con las revoluciones (aunque se las llame “protestas”) de Brasil y Turquía: ante la imposibilidad de  invisibilizar los hechos, se opta por minimizarlos  y presentarlos como algo aislado y puntual, sin mostrar las verdaderas causas.
En otra época, los acontecimientos de revuelta que están teniendo lugar en todos estos países habrían sido fácilmente acallados por los medios si simplemente no los hubieran mencionado, pero la imposibilidad de frenar las informaciones ciudadanas a través de internet están haciendo que los medios se vean obligados a hablar de todo aquello que más les interesaría no difundir. Al igual que durante la Revolución Francesa los reyes déspotas y la nobleza de los países vecinos intentaban con todos sus medios que las nuevas ideas no llegaran al pueblo y así se levantaran en armas contra ellos, los medios de comunicación de hoy en día pretenden distorsionar las acontecimientos y regímenes políticos que puedan hacer tambalearse al sistema capitalista que mantiene los privilegios de los poderosos. Por eso, conviene no creer todo lo que los medios de masas cuentan ya que, por muy progresistas que quieran parecer, todos ellos sirven a las mismas multinacionales que pretenden mantener el statu quo, por lo que toda acción que intente alterarlo será negada o minimizada.
Y es en estos tiempos de descontento social cuando los intereses de las grandes compañías están en la cuerda floja ya que son ellas las responsables y desde fuera pueden contagiarnos del espíritu revolucionario que va despertando. Los medios tienen el poder de mantener a la opinión pública engañada y pasiva mientras es despojada de todo cuanto tiene, por lo que no hay que dejarse engañar: ni la gente se deja matar porque un parque sea demolido ni un gobierno mata gente por el mismo motivo.

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