Ahora que los dos partidos
políticos mayoritarios están en declive por el hundimiento del bipartidismo en
España, deberíamos hacer memoria y repasar alguna de las acciones de los políticos
que fueron protagonistas en los días de la adopción Tratado de la Unión Europea,
unión en la que España, al igual que Italia, Grecia o Portugal se sienten más
esclavos que miembros.
La única mención posible la
merece el, por aquel año de 1992, Secretario General del Partido Comunista de España y Coordinador General de Izquierda Unida,
Julio Anguita. Y es la única posible porque fue el único que mantuvo un
discurso diferente al resto de partidos, un discurso de negación del Tratado de
Maastritch al cual veía, y muy acertadamente como un tratado en el que “la
política social es algo inexistente”.
Mientras el resto de partidos,
sin excepción, se sumaba a la “fiesta de Europa” y la vendían como un paso que
merecía la pena dar para lograr una mejora del bienestar social, Anguita mantuvo su discurso contra el tratado pidiendo al Presidente del Gobierno,
Felipe González, que se realizara un referéndum al igual que se hizo en Francia,
cosa que el Presidente no estimó oportuno.
Años más tarde, en el mitin de la
Fiesta del Partido Comunista de España de 1996, Julio Anguita habló muy
lúcidamente de las consecuencias que traería en un futuro la ratificación del
Tratado de Maastritch. ¿Qué hay del resto de partidos? ¿No pudieron prever las
consecuencias ellos también? Las únicas opciones posibles al silencio del resto
de partidos son dos, y a cada cual más terrorífica: o los políticos no eran lo
suficientemente competentes como para prever las consecuencias (cosa posible
como hizo Anguita), o las supieron y prefirieron ocultarlas vendiendo al país
por otros intereses ocultos.
Este pequeño artículo pretende,
simplemente, poner de manifiesto quiénes son los que realmente velan por los
intereses de los ciudadanos y no se bajan los pantalones ante bancos,
multinacionales o instituciones por muy europeas que sean y quiénes son (por muy
diferentes siglas que tengan) los que defienden intereses ajenos a la ciudadanía.
Y como muestra de esta honestidad, un extracto del discurso de Anguita en el
que ya en 1996, ¡hace diecisiete años!, advertía de las consecuencias que tendría el
Tratado de Maastritch (o de la Unión Europea) para España y que, por desgracia, se han cumplido:
La moneda única, según Maastritch es el fin de la autonomía política para decidir sobre las condiciones de vida de la ciudadanía. La moneda única, según Maastricht, es poner como primer objetivo los
ajustes contables macroeconómicos y relegar a un segundo lugar derechos
sociales recogidos en nuestra Constitución y en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Maastricht es la pensión que disminuye; el recorte en
gasto sanitario; la congelación salarial de los funcionarios; la no creación
del fondo de nivelación previsto en la LOFCA;
el recorte en inversiones para infraestructuras y obras necesarias; el mal funcionamiento
de la LOGSE; el recorte creciente del subsidio de desempleo, etc.
Maastricht es lo inmediato, lo cercano,
lo que afecta a cada ciudadano y a cada ciudadana. Maastricht, tan
aparentemente lejano, afecta a cada casa, a cada familia, a cada trabajador y
trabajadora, a cada pequeño y mediano empresario,
a cada trabajador autónomo, a cada ayuntamiento, a cada comunidad autónoma.
Mitin de Julio Anguita en la
Fiesta del Partido Comunista de España de 1996 (Completo aquí)
Los otros dos partidos mayoritarios,
con Felipe González y José María Aznar al frente, ya sea por ineptitud o de
forma deliberada, no mencionaron absolutamente nada de todo esto.
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