1 de mayo de 2013

Falsas Esperanzas

          La simpleza con la que la otrora “lideresa” de la Comunidad de Madrid habla y escribe sus artículos en los medios de comunicación es pasmoso. En su post del 30 de abril titulado “Sí, hay alternativa”, sentencia con la habitual profundidad analítica de sus discursos: “Ha llegado la hora de aplicarla (la alternativa del Partido Popular): reducir el peso del sector público para que llegue el dinero a empresarios y familias para sacar a España de la crisis”. Perfecto. Según ella, recortando más y más en el sector público, en Sanidad, en Educación y Cultura, las entidades bancarias darán crédito a todas las familias para que compren y se reactive la economía. Todo muy simple, muy limpio, pero lo que nos quiere decir realmente es lo que ya todos vemos: despediremos funcionarios para ahorrar dinero y así pagar la deuda. No dice nada de que a más parados, menos consumo y menos recaudación para las pensiones. Y sin consumo, el sistema económico se hunde poco a poco, y sin pensiones, los jubilados se quedan sin ingresos.
Esperanza Aguirre
          La política de reducción del sector público es la que aplicó la más rancia y reaccionaria de las integrantes del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, gracias a la cual nos quiso hacer ver que había rebajado el déficit de Castilla La Mancha en más de 6 puntos, algo que no había conseguido ninguna otra comunidad autónoma de España. Lo que no dijo es que, para lograr ese déficit, recortó al máximo en Sanidad y Educación: incrementó del número de alumnos por aula, eliminó la gratuidad de los libros de texto y el transporte escolar, aumentó del horario laboral de los profesores a la vez que fomentó las prácticas no remuneradas de los becarios, intentó cerrar los servicios de urgencias nocturnos (proyecto al que finalmente tuvo que renunciar tras declararlo inconstitucional el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha)... Todo ello acompañado de una subida de los sueldos de los altos cargos de la Junta de Castilla-La Mancha mientras que se aplicaba una reducción de salarios a todos los funcionarios. Si a esto le sumamos que Castilla-La Mancha es una de las comunidades con más alta tasa de desempleo (31,51%), resulta más que evidente que la reducción del déficit se está consiguiendo a costa de destruir el Estado de bienestar.
           Esta es la política que defiende la ex-presidenta de la Comunidad de Madrid, pero con otro discurso, uno que suene simple, que hable de familias y renovación, para que todo el mundo crea entenderlo sin que se vea la verdadera intención de lo que dice. La fanática defensa que muchos de los votantes del Partido Popular hacen de su lideresa responde al descarado carácter populista del lenguaje que emplea para llegar a los sectores menos críticos, regalando los oídos a los ciudadanos con una “chulería castiza” que tanta gracia hace los palmeros que la siguen. No hay duda de que sabe ganarse a la gente, pero a través de un discurso que más corresponde a una protagonista de zarzuela que a un político que pretende sacar al país de la miseria con políticas razonables.
          En su post, Aguirre explica que “lo peor que puede pasar es que los ciudadanos caigan en una actitud fatalista y pensar que no hay ninguna alternativa”. Como si el Partido Popular no fuera el responsable del fatalismo en el que se encuentra la sociedad española al completo, nos invita a confiar en sus palabras, a no desesperar, a tranquilizarnos. No sólo es un intento desesperado por alzarse como la política que llevará a España a la salida de la crisis, sino una muestra del miedo que el partido en el Gobierno tiene de que la sociedad explote en revueltas sociales, unas revueltas sociales que ellos mismos están fomentando y que, de seguir confiando en este Gobierno, serán la única salida a la nefasta situación española.

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