La simpleza con la que la otrora “lideresa” de la
Comunidad de Madrid habla y escribe sus artículos en los medios de comunicación
es pasmoso. En su post del 30 de abril titulado “Sí, hay alternativa”,
sentencia con la habitual profundidad analítica de sus discursos: “Ha llegado
la hora de aplicarla (la alternativa del Partido Popular): reducir el peso del
sector público para que llegue el dinero a empresarios y familias para sacar a
España de la crisis”. Perfecto. Según ella, recortando más y más en el sector
público, en Sanidad, en Educación y Cultura, las entidades bancarias darán
crédito a todas las familias para que compren y se reactive la economía. Todo
muy simple, muy limpio, pero lo que nos quiere decir realmente es lo que ya
todos vemos: despediremos funcionarios para ahorrar dinero y así pagar la
deuda. No dice nada de que a más parados, menos consumo y menos recaudación
para las pensiones. Y sin consumo, el sistema económico se hunde poco a poco, y
sin pensiones, los jubilados se quedan sin ingresos.
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Esperanza Aguirre |
La
política de reducción del sector público es la que aplicó la más rancia y
reaccionaria de las integrantes del Partido Popular, María Dolores de Cospedal,
gracias a la cual nos quiso hacer ver que había rebajado el déficit de Castilla
La Mancha en más de 6 puntos, algo que no había conseguido ninguna otra
comunidad autónoma de España. Lo que no dijo es que, para lograr ese déficit,
recortó al máximo en Sanidad y Educación: incrementó del número de alumnos por
aula, eliminó la gratuidad de los libros de texto y el transporte escolar,
aumentó del horario laboral de los profesores a la vez que fomentó las
prácticas no remuneradas de los becarios, intentó cerrar los servicios de
urgencias nocturnos (proyecto al que finalmente tuvo que renunciar tras
declararlo inconstitucional el Tribunal
Superior de Justicia de Castilla-La Mancha)... Todo ello acompañado de
una subida de los sueldos de los altos cargos de la Junta de Castilla-La Mancha
mientras que se aplicaba una reducción de salarios a todos los funcionarios. Si
a esto le sumamos que Castilla-La Mancha es una de las comunidades con más alta
tasa de desempleo (31,51%), resulta más que evidente que la reducción del
déficit se está consiguiendo a costa de destruir el Estado de bienestar.
Esta
es la política que defiende la ex-presidenta de la Comunidad de Madrid, pero con
otro discurso, uno que suene simple, que hable de familias y renovación, para
que todo el mundo crea entenderlo sin que se vea la verdadera intención de lo
que dice. La fanática defensa que muchos de los votantes del Partido Popular hacen
de su lideresa responde al descarado carácter populista del lenguaje que emplea
para llegar a los sectores menos críticos, regalando los oídos a los ciudadanos
con una “chulería castiza” que tanta gracia hace los palmeros que la siguen. No
hay duda de que sabe ganarse a la gente, pero a través de un discurso que más
corresponde a una protagonista de zarzuela que a un político que pretende sacar
al país de la miseria con políticas razonables.
En
su post, Aguirre explica que “lo peor que puede
pasar es que los ciudadanos caigan en una actitud fatalista y pensar que no hay
ninguna alternativa”. Como si el Partido Popular no fuera el responsable
del fatalismo en el que se encuentra la sociedad española al completo, nos
invita a confiar en sus palabras, a no desesperar, a tranquilizarnos. No sólo
es un intento desesperado por alzarse como la política que llevará a España a
la salida de la crisis, sino una muestra del miedo que el partido en el
Gobierno tiene de que la sociedad explote en revueltas sociales, unas revueltas
sociales que ellos mismos están fomentando y que, de seguir confiando en este
Gobierno, serán la única salida a la nefasta situación española.
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