Nicolás Maduro, presidente de Venezuela |
Las elecciones venezolanas del
pasado mes de abril han dado mucho que hablar en los medios de comunicación
españoles, aunque siempre despreciando y poniendo en tela de juicio al gobierno
de Nicolás Maduro y a sus electores, como suele ocurrir cada vez que se
celebran elecciones en Venezuela desde que Chávez ascendió al poder. Tras la
muerte de Hugo Chávez, estaba en la cuerda floja la continuidad del chavismo,
ya que sin la presencia del carismático líder, el apoyo de los electores a
Nicolás Maduro se tambaleaba. El líder de la oposición, Henrique Capriles, que
ya fue derrotado por Chávez resultó perdedor de nuevo en este proceso
electoral, por lo que, a la desesperada intentó denunciar irregularidades en el
recuento de votos. Todos los medios de comunicación españoles se dieron eco de
la noticia, mostrando sus dudas ante la elección de Maduro como presidente electo. Y para ello se valieron de las afirmaciones de Capriles en una
rueda de prensa en la que “explicaba” cómo se habían manipulado los votos,
explicación que después resultó ser falsa o errónea, según quiera verse.
A pesar de que diversos
observadores internacionales (entre los que se encuentra la norteamericana Fundación Carter) han certificado la limpieza del proceso electoral calificando como
modélico el sistema de votación existente en Venezuela (uno de los más modernos
del mundo), los medios españoles han pretendido mostrar siempre el proceso
electoral bolivariano como algo irregular y corrupto, sin tener en cuenta los
informes de los observadores externos. Tras las últimas elecciones de 2013, en
las que Nicolás Maduro obtuvo una victoria muy ajustada sobre Capriles, el
derrotado animó a sus defensores a salir a la calle para denunciar irregularidades
en las votaciones: las violentas oleadas de protestas alentadas por Capriles se
saldaron con siete personas muertas.
Desde España, y manifiestamente
en contra de Nicolás Maduro, el gobierno de Mariano Rajoy, a través de su
ministro de asuntos exteriores, José Manuel García Margallo, tuvo la
desfachatez de negarse a reconocer a Nicolás Maduro como presidente, poniendo
así en tela de juicio la decisión democrática de la población venezolana. Además, con su negativa a reconocer al
presidente, contribuyó a sembrar, aún más si cabe, la violencia en las calles
de Venezuela desatada por Capriles. Sólo tras una airada y justificada
contestación de Nicolás Maduro al gobierno español, el ministro tuvo que tragarse
sus palabras y reconocer al presidente como legítimo. A día de hoy, con el 75%de los votos auditados, se ha certificado que el margen de error en el recuento
de los votos ha sido del 99,98%, lo que quiere decir que las elecciones fueron
absolutamente limpias. Tras conocer estos datos, ¿dónde queda la responsabilidad
de quienes alentaron a los votantes a manifestarse, y que supuso siete muertes?
El Gobierno español, al haberse negado a reconocer a Maduro como presidente y
ver que no estaba en lo cierto debería, cuanto menos, pedir perdón.
Hugo Chávez, a su vuelta tras ser detenido en 2002 |
Esta actuación del Gobierno de no
reconocer al presidente venezolano como legítimo y de los medios de
comunicación españoles de no mostrar la realidad venezolana sin distorsionarla y
yendo siempre en contra del chavismo, recuerda enormemente al escándalo
ocurrido en Venezuela en el año 2002. Con Chávez elegido presidente de forma
democrática, se produjo un Golpe de Estado en el país auspiciado desde el
exterior por las potencias internacionales. Tras un enfrentamiento entre los
manifestantes partidarios de Chávez y sus opositores, tuvieron lugar una serie
de tiroteos en plena calle que acabaron con la vida de varios manifestantes.
Desde los medios de comunicación venezolanos y extranjeros (a pesar de que, falsamente, se dice que no existe libertad de expresión) se emitieron imágenes en las que se
veían manifestantes chavistas disparando y al ejército reprimiendo las
revueltas de forma violenta. Los medios identificaron la masacre de civiles con
Hugo Chávez, mostrándolo como responsable de la brutal represión y acusándolo
de traición hacia la nación. El ejército detuvo a Chávez en el palacio
presidencial, tras lo cual, se impuso a Rafael Carmona, impuesto por los
Estados Unidos, como presidente de Venezuela. Sin embargo, poco a poco se fue
conociendo la verdad: las imágenes emitidas por todos los canales de
información habían sido manipuladas: los chavistas no estaban atacándose, sino
defendiéndose de unos francotiradores que, ocultos, habían sembrado el pánico
entre los manifestantes. Fue el pretexto provocado para que una parte de los
militares, con los Estados Unidos detrás, sofocaran de forma violenta la
revuelta acusando así a Chávez de delito de traición hacia la nación.
Tras conocer los hechos, la
población venezolana salió a la calle para exigir la vuelta de Hugo Chávez. El
gobierno bastardo de Rafael Correa huyó y el legítimo presidente Chávez fue restituido.
Sin embargo, poco se dijo de todo esto en los medios de comunicación
internacionales, que siguieron mostrando a Venezuela como un país corrupto,
cuando en realidad, los corruptos fueron las potencias internacionales que
alentaron el Golpe de Estado y los medios de comunicación que ocultaron los
hechos e intentaron confundir a la población venezolana. Un Golpe de Estado
contra un Gobierno elegido democráticamente es una de las mayores aberraciones
que se puede ejercer contra la soberanía nacional. ¿Con qué derecho puede
creerse un Estado ajeno o una potencia internacional extranjera para decidir si
el presidente electo de un país es legítimo o no? Ese poder reside únicamente
en la población de dicho país.
Si, además, tenemos en cuenta que
uno de los sospechosos de estar detrás del Golpe de Estado en Venezuela en
2002, fue el gobierno de José María Aznar (aunque no esté demostrado), veremos con otros ojos las
declaraciones que Chávez dirigió a Aznar en la Cumbre Iberoamericana de 2007,
donde tildó al ex presidente de fascista, a lo que siguió el celebrado “¿por
qué no te callas?” del Rey. Los medios de comunicación alabaron la figura del
Rey que defendía a España, pero lo que no se explicó fue el por qué de las
afirmaciones de Hugo Chávez, con lo que se distorsionó descaradamente el contexto
en el que todo ocurrió, mostrando una vez más a Hugo Chávez como una persona
despreciable. Si tenemos en cuenta todo esto, tal vez podremos comprender de
una forma más objetiva las acciones del ex presidente venezolano y, sobre todo,
respetar la decisión democrática del pueblo venezolano, que tanto respeto
merece como la nuestra. Por ello, nuestro Gobierno, en vez de dedicarse a poner
en tela de juicio la elección de tal o cual presidente extranjero, debería,
como Nicolás Maduro le contestó “dedicarse a combatir el 25% de paro y los desahucios”.
Por la falta de enlaces a medios
de comunicación de masas que muestren la manipulación del Golpe de Estado en Venezuela en 2002, aquí
dejo dos documentales el asunto: “La revolución no será televisada” y “Al sur
de la frontera”.
"La revolución no será televisada"
"Al sur de la frontera"
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